Los domingos de noche.

Los jueves de tardecita.

Antes del amanecer.

Después del fútbol.

Los lunes de mañana.

Después de una fiesta.

 

En bolsas de basura.

Al costado de una ruta.

En un baldío.

Cortadas en pedazos.

Con jirones de ropa.

En la cama.

En camisón.

En la puerta de la casa.

Delante de los hijos.

A la salida del trabajo.

 

Con un martillo.

Con un .38.

A puñaladas.

A golpes.

Con el arma de reglamento.

Con una cuerda.

Con una bolsa.

 

En un balneario.

En un asentamiento.

En un barrio residencial.

 

A una hija.

A una madre.

A una que estudia.

A una que dejó el liceo.

A una profesional.

A una que no fuma.

A una que mira Tinelli.

A una que no tiene tele.

A una que es virgen.

A una que se droga.

A una que come sanito.

A una que hace dieta.

A una que leyó 50 sombras.

A una que leyó a Sartre.

A una que es profesora.

A una que es jovencita.

A una que es anciana.

 

En cualquier día y en cualquier lugar.

En todas partes.

De todas las formas.

 

Por cualquier cosa.

Porque dijo que no.

Porque dijo que ya no más.

Porque se fue.

Porque se quiso ir.

Porque tenía un mensaje en el celular.

Porque nunca te quiso.

Porque te dejó de querer.

Porque te ama pero también se quiere amar a ella.

Porque quiso a otro.

 

Ni “por amor”, ni “por celos”, ni “por problemas de relacionamiento”.

Ni por “incompatibilidad de caracteres”, ni “crimen pasional”.

Si la querés así, la querés mal.

Si la queres así, no la querés.

No se puede matar a la mujer que viste desnuda, a la mujer que viste llorar, a la niña que viste crecer, a la madre que te parió.

No se puede matar a una persona que amás.

 

Se mata lo que no se quiere. Se mata insectos, yuyos, plagas. Se mata enemigos mortales. Se tira.

Se mata y se tira lo que no se quiere. Cosas. Cosas que no se quieren.

Se mata mujeres como cosas.

Las mujeres somos gente.

No somos cosas.

 

Estamos tapadas de cosas.

De mentiras, de prejuicios, de mitos.

Flacas, locas, putas, gordas, viejas.

Chusmas, taradas, trepadoras.

“Fuerte como el hormigón”.

“No te come ni el ácido”.

“Estás para el crimen”.

Para el crimen.

Ahogadas por las etiquetas que dicen que somos cosas.

Pero no somos cosas, ni mentiras, ni prejuicios, ni mitos.

Ni putas ni santas.

Somos gente.

 

“No puede ser”.

“Es una locura” “Era un enfermo”. “Es un horror, una barbaridad”.

“No puede ser”.

 

Pero es. Es a cada rato. Y empieza antes. Mucho antes de que pase.

Empieza cuando somos un chiste, un par de tetas, un agujero, un estorbo, una diversión, una esclava.

Empieza cuando no se quiere.

Empieza cuando en lugar de gente, somos cosas.

Cosas que no se quieren.

Cosas que se matan.

Los domingos de noche.

En bolsas de basura.

Con un martillo.

A una hija.

En cualquier día y en cualquier lugar.

Por cualquier cosa.pile-trash-bags-12122718