Cuando era chica, décadas antes de hacerme feminista y tortillera, me acuerdo de hacer chistes -un poco en joda y un poco en serio- sobre que putas éramos todas, no solo «las de la esquina». Pensaba en el contrato implícito en la salida al cine, la aceptación a una invitación, o mismo una conversación casual agradable, si le preguntás a más de uno, y todo el resto de las formas en que se nos «retribuye», en dinero o en especie, por nuestra cogibilidad.

Claro que yo era más bien misógina, como todo el mundo, y veía el mundo desde el punto de vista de los tipos, que es el único que hay, aunque yo no fuera un tipo, mujeres machistas, como los negros racistas, los pobres fachos o los putos homofóbicos, gente que cree que con usar los ojos de sus amos alcanza para no ser esclavo, algo bastante entendible en un contexto en que se nos confunde con que lo que miramos es lo que somos y por eso un montón de tipos no paran de mirar a otros tipos violando mujeres, que es lo que les gustaría hacer.

Millones de tarados viven como si fueran su videoclip, tanto los que se pajean con porno antes de tirar tiros reales desde fierros voladores para defender patrias e ismos de machos, como los que se revientan el sueldo en tres gramos y violar dos putas, tal cual sus ídolos de YouToo y Espótify antes de volver a la dieta habitual de hambre y miseria que se traga al 80% del mundo todos los días, siempre mordiendo un poco más fuerte la carne de las mujeres.

Entonces yo, que no era ellos, pensando como si fuera ellos, decía «pagar, pagan todos, unos con plata, otros con piropo y cena, otros con libreta de matrimonio y la mitad del sueldo», en vez de decir, como digo ahora «ellos nos violan a todas, a algunas en la calle, a muchas en el burdel, a muchísimas en el seno familiar e instituciones religiosas, educativas y sociales, a casi todas en el lecho nupcial que a menudo es also el de muerte, y a cuantás más los fines de semana, en retribución a un par de tragos y dos cachos de pizza que se pagó el pelotudo, capaz hasta a medias ahora que estamos todas empoderadas y cada vez más hombres se declaran feministas, algo, disculpen la digresión, de lo más loco, porque fijate que cada vez hay más feministos pero las cuentas de muertas no paran ni frenan ni por asomo, así que alguien nos está mintiendo nocierto.

En el anillo dice: «Los hombres compran mujeres para violar, en todas las formas posibles». Se reduce a eso, si vamos a la raíz, donde está el régimen heterosexual. One régimen para controlarlas a todas, bajo la bandera de «Pija o Muerte, y si hacés mucho lío, las dos cosas».